En lo alto de la isla, suspendida entre el mar y el cielo, se encuentra Chora, uno de los pueblos con más encanto de las Cícladas, con sus casas blancas con puertas y ventanas azules; Por la noche, como por arte de magia, se ilumina de alegría entre las mil luces de los pequeños restaurantes y kafenions y la vida se desarrolla en las cinco plazas.

Pero si prefieres la tranquilidad y el silencio de los ruidos antiguos, está a cinco kilómetros. Ano Merià. Hasta allí te lleva un camino que, como una cinta blanca, serpentea por lo alto de las colinas y te hace retroceder en el tiempo: aquí y allá un puñado de casas campesinas con gallinas, cabras y burros que ves pasar cargados de paja amarilla.

Y luego, a su alrededor, el mar con Karavostasi, el pequeño puerto de la isla animado por bares, hoteles, restaurantes y dos playas. Y también las numerosas calas de agua fresca y transparente a las que se puede llegar fácilmente en scooter, coche, autobús, barco o con sugerentes paseos.

Para aquellos que quieran ver la isla tomándola. tomar el sol cómodamente en un barco, allí están los excursiones para descubrir bahías escondidas, con paradas e inmersiones en aguas cristalinas. Una experiencia que no olvidarás al reservar.

En definitiva, son tantas las cosas que te ofrece el largo verano de Folegandros y, si vienes en mayo, junio o septiembre, las vacaciones te cuestan aún menos.